¡BASTA YA! SANTA FE CIUDAD INUNDADA
¿Se secará alguna vez el río, para callar la voz de lo que nunca han sido escuchados?
La Vuelta del Paraguayo es uno de los tantos barrios humillados y ofendidos de la ciudad de Santa Fe. Las repetidas inundaciones sucedidas a lo largo de su historia han marcado la memoria de quienes lo habitamos. Desde siempre nuestras voces han sido silenciadas por la prepotencia de los gobernantes, los que más tienen y menos saben. Por eso, sus discursos y planteos han significado para nosotros un puñado de excusas para encubrir y justificar sus políticas excluyentes, las mismas que nos condenan.
La necedad y la soberbia del poder han ido así instalando en la sociedad santafesina la idea de que las inundaciones en nuestro barrio son el resultado de un evento natural que debe ser aceptado sin alternativas o posibilidades. Ésta es la mentira a la que recurren los gobernantes para escapar a sus obligaciones, y lo que es aún peor, para responsabilizarnos a nosotros por “elegir vivir en un lugar que se inunda”. Pero quienes vivimos en estas tierras sabemos bien que la crecida de las aguas pertenece al río, pero la inundación la produce la acción del hombre.
Por eso, durante varias generaciones hemos aprendido a convivir con las oportunidades que nos brindan nuestra tierra y el río, y a lidiar y resistir los inconvenientes que nos proponen los grupos de poder político y económico.
Ahora en menos de un año sufrimos dos inundaciones y desde nuestro territorio avanzamos en la organización comunitaria para sobrellevar la coyuntura.  Así, reclamamos al Gobierno, convocando a los representantes municipales a través de asambleas, enviando notas a los organismos pertinentes o por medio de comunicados de prensa, para que nos brinde mínimas soluciones coyunturales y la realización de las obras necesarias para que se solucione de una vez por todas el problema de fondo. Las respuestas son siempre las mismas: tomadas de pelo y mentiras en forma de abandono, de una ayuda que siempre es mucho menos de lo necesario o de intentos de imposición de un plan de contingencia que no contempla nuestra palabra y nos trata como objetos. El problema de fondo sigue ahí: las inundaciones se están dando cada vez más seguido.
En este momento el barrio está inundado, pero, siendo un año electoral, se notan algunas diferencias: el gobierno y los medios oficialistas se muestran con el agua en los pies simulando una preocupación que ya a esta altura sabemos falsa.
Ante esta situación el gobierno nos sigue proponiendo como única solución definitiva posible la relocalización de los habitantes del barrio, acusándonos de “querer vivir en una zona inundable”.
La pregunta no es entonces por qué no queremos abandonar nuestro barrio sino por qué el Gobierno insiste en desalojar a las personas que habitamos este territorio.
Hace muchos años ya las tierras en las que vivimos están adquiriendo un alto valor económico producto de grandes intereses inmobiliarios debido al valor turístico y estratégico del lugar, teniendo en cuenta por ejemplo la construcción del nuevo puerto de la ciudad de Santa Fe y la revalorización turística de la zona de islas.
Sumado a esto, existe un Plan Urbano llevado adelante por la municipalidad que tiene como fin seguir marginándonos a los sectores ya marginados, relocalizándonos como si fuéramos objetos a zonas muchos más periféricas que en las que ya estamos, lejos del centro, a un lugar donde no molestemos ni nos vean. Un claro ejemplo de esto es lo que esta pasando con los barrios Bajo Judiciales, Playa Norte y Villa Corpiño.
Éstas son algunas de las razones por las cuales el Gobierno intenta instalar en la opinión pública el hecho de que nosotros, las personas de La Vuelta del Paraguayo, debemos ser trasladados a un sitio no inundable, sin dar lugar ni siquiera a pensar otra alternativa a la inundación, alternativas como las que están frente a nuestros ojos: cuando se decidió establecer el Barrio El Pozo, construir el Megamercado Wal Mart, la Ciudad Universitaria, el Conicet o la reubicación de los boliches se tomó la decisión política de darle solución al problema de la inundación de los terrenos donde iban a ser ubicados. Es así que se llevo adelante una serie de obras para levantar esos terrenos cuando los intereses económicos eran suficientes como para dar respuestas al inconveniente. Esto nos permite pensar que hay soluciones que no implican nuestro traslado y desarraigo, lo que no hay es voluntad política.
La discusión termina centrada en lo que parece ser un capricho de no querer trasladarnos a una zona no inundable. Tal capricho no existe. No es un capricho que no queramos alejarnos de nuestra fuente de trabajo, no es un capricho que no queramos irnos del barrio en el que viven nuestras familias hace más de 70 años, no es un capricho que no queramos irnos del lugar donde trabajamos la tierra, no es un capricho que queramos quedarnos en donde construimos nuestra cultura y nuestra forma de vida, no es un capricho que luchemos por nuestra identidad y nuestra historia.