Y así fue, una noche nos encontramos para festejar y celebrar lxs primerxs egresadxs de la primer Escuela de Gestión Social de la Ciudad de Santa Fe.
En estos últimos meses y durante aquella noche sentimos infinidad de sensaciones, y reafirmamos aquello que en 2014 nos convenció: Que para ser libres no tenemos que pedir permiso, y que somos dueñxs de nuestros sueños, de crear y proyectar la educación que queremos para el Territorio Nuevo. Porque soñando se sueña y se conoce, porque soñando se sabe.
Juntxs supimos crear el Bachi, como cariñosamente le decimos, sabiendo siempre que no hay un Yo sin el Otro y que “nadie es más que el Otro o la Otra, pero sí menos sin el Otro o la Otra”.
Nos dejamos llevar por el río hasta desembocar en la comunidad que somos y construimos, pasando del Yo al Nosotrxs y del Nosotrxs al Yo, recordando que la finalidad es hacer nacer otro mundo donde haya lugar para el respeto, el oído y la voz de todxs lxs otrxs que también somos. Donde se aprenda a mirar y escuchar al otro, para hermanarse con él. Un mundo capaz de abrazar muchos mundos.
En estos años supimos que para el sostenimiento del Bachi iba a ser necesario no solo una carpa, un rancho y mucho «off», sino fundamentalmente la convicción y el compromiso de lxs estudiantes y educadores, convirtiéndose en pilares fundamentales de todo este proyecto. Sabemos que no hace falta ninguna enumeración, porque en nuestros corazones y cuerpos están tatuadxs cada unx de ellxs, así como también cada compañerx que caminó con nosotrxs en este sueño. En ellxs se vislumbra el devenir revolucionario, nuevas subjetividades emergiendo, el hombre nuevo y la mujer nueva.
Ahora se abre una nueva lucha, un nuevo recorrido. No nos queda más por decir que este río que recién empieza nos lleva a nuevos mundos y estamos felices de compartir los caminos juntxs. Eliminemos de nuestro vocabulario las palabras rendición y resignación. Levantemos el nosotros y nosotras que ahora está fragmentado, pero que será mañana de la única forma que puede ser, es decir, en colectivo.
A la Queca que nos marca el camino a través de su historia de lucha y sus palabras de aliento y resistencia.
A la Nati, nuestra pinche compañera, que vive con sus palabras que se escuchan a través del río y los árboles; que nos viene a contar historias ya pasadas, a proponernos historias por hacer y caminos pendientes por seguir.
Que la lucha, el compromiso y el amor nos una en la victoria.
Por siempre.